Aristóteles fue amado, odiado, ensalzado, denigrado, leído como si fuera un dios, equiparado al mismísimo demonio... pero su figura en los comienzos de la epopeya científica, con sus espeluznantes errores y sus notables aciertos, sigue brillando en el Liceo de Atenas, donde el filósofo se propuso explicar el mundo, y en cierta forma lo hizo.
...// Artículo de Pablo Capanna publicado en Pagina 12 el 2 de agosto de 2008 //