jueves, 22 de mayo de 2008

El lenguaje como determinante del mundo antiguo y sus proyecciones

EL NACIMIENTO DEL LENGUAJE FILOSÓFICO: EL TÉRMINO DÍKÊ


Autora: Blanca A. Quiñónez
Univ. Nac. de Tucumán


En primer lugar diremos que nuestra presencia en este encuentro sobre las antropologías del siglo XXI parte del convencimiento de que las raíces de nuestra cultura, y por ende de la filosofía actual nacen en el suelo fértil de la antigüedad de la cual se nutre también en gran medida el medioevo y la edad Moderna.

Hablaremos del poder del lenguaje como determinante del mundo porque entendemos que en cualquier investigación filosófica es necesario ante todo analizar el entramado de palabras con el cual el pensador no solamente realiza una lectura de la realidad que lo circunda sino también expresa su propia perspectiva. En otros términos, reconocemos que - aún cuando nos enfrentemos directamente con los textos- siempre el lenguaje será el mediador que desoculte u oculte lo que su autor ha querido decir. Además, su mensaje está destinado no solamente a sus contemporáneos sino también a la posteridad, de modo que el lenguaje une al pasado con el presente.

En efecto, la condición histórica del ser humano lo inserta en su época y también lo muestra anclado en un suelo dado- al que asume en parte o rechaza totalmente- de ahí que resulta casi imposible dejar de lado ese mapa intelectual que marca la continuidad histórica.

En el caso de los primeros filósofos, debemos considerar el bagaje de términos que heredaron de los poetas con la advertencia de que ahora alcanzan una nueva significación en boca de quien contempla y explica de modo racional el mundo: el filósofo. Advertimos empero que ya no es posible hablar de una ruptura entre lenguaje mítico y lenguaje filosófico.

En este panel haremos hincapié en un término que, a mi juicio, ha sido relevante para la comprensión del mundo no sólo natural sino también social y político: se trata de díke, traducida generalmente como la justicia o lo justo en su estrecha relación con kósmos, entendido a su vez como mundo o totalidad organizada. La interrelación entre los términos mencionados nos permitirá al mismo tiempo abordar el espinoso problema de si la preocupación primera de la filosofía ha sido la naturaleza o el mundo humano.

Digamos ante todo que la palabra díkê viene del verbo deíknumi, y significa "recto".

En el lenguaje mítico Díkê personifica una diosa, la hija de Zeus; así es entendida por Hesíodo y a ella va unida la Verdad. En efecto, para el poeta beocio esta última debe tener siempre pensamientos justos, de manera que en el campo religioso la justicia no constituye un campo distinto de la verdad ya que hay entre ellas múltiples afinidades (Teogonía, 235-6). En consecuencia, Hesíodo define a la Aletheía como las cosas justas o las cosas de Díkê, y aún, "la más justa de todas las cosas"; y, mientras la primera "conoce todas las cosas divinas, el presente y el futuro, la segunda conoce en silencio lo que va a acontecer y lo que ya ha sucedido. En suma, la potencia de la Verdad abarca tanto la mántica como la justicia por lo cual tiene una finalidad eficaz, como el mandato de un rey. Así, Nereo, el anciano del mar, habla y actúa siempre sin falsedad y sin injusticia[1]

Por otra parte, en el lenguaje poético-filosófico, como el de Parménides, díkê es la diosa que recibe al filósofo para revelarle el Ser, es decir, expresarle la verdad.

Con respecto a la tragedia, Esquilo se lamenta en las Euménides de que se ha hundido el hogar de la Justicia; aunque en la misma obra habla de la necesidad de "obrar con justicia".

En Sófocles, la justicia consiste en honrar lo que honran los dioses (Antígona, 745)

Y en Eurípides, la justicia acompaña silenciosamente a Zeus en su conducción de las cosas mortales: Dice el poeta por boca de Hécuba:

Oh Zeus, soporte de la tierra y que sobre la tierra tienes tu asiento, ser inescrutable, quienquiera que tú seas... A ti dirijo mis suplicas! Pues conduces todo lo mortal conforme a la justicia por caminos silenciosos (Troyanas, 888).

Sin embargo, la filosofía ha otorgado al término díkê un tinte abstracto; por eso aparece en el fragmento de Anaximandro con un profundo significado: Recordémoslo:

Pues allí donde tuvo su origen es necesario que todas las cosas retornen de acuerdo a lo prescripto por el tiempo. Pues es necesario que las cosas expíen entre sí la injusticia.

De acuerdo al testimonio de Simplicio y de Teofrasto puede la justicia ser interpretada como el curso ordinario de las cosas, en el sentido de que ellas nacen o mueren de acuerdo a aquélla. Esto se hace manifiesto en el curso del tiempo, que trata de restablecer la supuesta "injusticia" que comete una cosa con respecto a otra, ya que su nacer trae aparejado la muerte de la otra: día y noche, por ejemplo; en este caso, la díke se refiere al restablecimiento de un equilibrio natural, tal como opera la ley en una contienda o pleito entre los hombres.

A partir de allí, E. Rohde ha extraído consecuencias en el orden antropológico, y señala al respecto:

A diferencia del principio -que es inmortal y eterno- el alma en su existencia individual, como todas las cosas que han salido de lo indeterminado, tiene que expiar la injusticia de su existencia según el orden del tiempo y perderse en la unidad de la sustancia primera (Psiqué2 , 398)[2].

Recordemos que Nietzsche ha elaborado una teoría del "pecado de individuación" de las del mundo en base a ese fragmento del milesio, siguiendo esta línea interpretativa.
Jaeger por su parte en su clásica Paideia[3] funda su hipótesis de que el mundo social y político ha servido de modelo para la lectura del mundo natural al agregar al fragmento "unas a otras" ; de este modo, como en el ámbito judicial, las cosas pagan su injusticia de haber tomado de más a su opuesto.

En Heráclito, encontramos nuevamente el vínculo entre Díkê y verdad: "La justicia (díkê) condenará a los constructores y testigos de falsedades " (Frag. 20 DK) También en el frag. 50 dice que "lo divino es justo". Apelando al lenguaje mítico, dice que las Erinias ayudan a Díkê a que el sol- y por ende el mundo- no sobrepasa sus medidas (Frag. 94).

Tradicionalmente, el fragmento 30 de Heráclito suele ser traducido así:
Este mundo, uno y eterno, no ha sido hecho ni por un hombre o un dios, sino que siempre ha sido y será fuego viviente que se enciende y se apaga según medida.

¿De qué mundo? Frente a las diversas lecturas nos preguntamos si los primeros filósofos establecieron o no la distinción entre mundo natural y mundo humano.

Ya en la antigüedad, el filólogo Diodoto entendía que se trata del cosmos humano, de manera que el pólemos, la lucha, se refiere a la que mantienen los hombres entre sí otorgándole a la sociedad un carácter dinámico. Como bien destaca Jaeger, para Heráclito, a quien considera el primer pensador que reconoce el lógos humano, "solamente en la lucha aparece la justicia. "

De igual modo, estudiosos más recientes, como G.E.R. Lloyd en su obra Polarity and Analogy" (1984)[4], hablan de las imágenes de oposición y de analogía del ámbito humano para explicar el mundo natural, como también del fundamento pre-filosófico en el desenvolvimiento de la lógica y la metodología en los primeros filósofos griegos.

Por otra parte cabría aceptar que en los primeros pensadores no estaba aún dada la distinción entre mundo natural y mundo humano. En este caso reconoceríamos con W. Guthrie[5], que tal distinción aparece recién en el siglo V con los sofistas. Esto trae aparejado romper con la vieja calificación de los presocráticos como "naturalistas ", tal como pretende Aristóteles en el libro I de su Metafísica.

A su vez, deberíamos determinar si el término physis se refiere solamente a la naturaleza como opuesta al hombre, dado que éste también es naturaleza y tiene una naturaleza. Basta consultar un léxico de la lengua griega para corroborarlo. Por ejemplo, en el incomparable Liddell- Scott se consigna el uso de "la naturaleza de los hombres", no solamente de las plantas o cualquier ser vivo.

Personalmente considero que en los primeros pensadores hay un paralelismo entre el mundo natural y el mundo humano, puesto que el cosmos era considerado como una unidad; de este modo, resulta difícil establecer si el filósofo dio una mirada por la naturaleza antes de considerarse a sí mismo o si, como señalan W. Jaeger y R. Mondolfo, la consideración de lo humano sirvió de modelo para explicar el mundo natural.

Asumir una u otra posición implica además determinar previamente hasta qué punto la filosofía pudo emerger de modo independiente de la cultura que integra o la ha precedido. Estudiosos del momento, como Rodríguez Adrados[6], han mostrado con seriedad la dependencia del lenguaje racional del lenguaje mítico, aunque, como hemos mostrado, cada filósofo le ha otorgado a cada palabra una nueva significación de acuerdo a su propio intento de explicación del mundo como totalidad.

[1] Cfr. Detienne Marcel: Os mestres da Verdade na Grécia Arcaica . J.Zhar editor. Río e Janeiro. Año 1988. (Hay traducción castellana).
[2] Edit. Labor. Barcelona
[3] Cfr. El capítulo "La filosofía y el descubrimiento del cosmos". F.C Económica. 2da. Edic. castellana. Año 1962.
[4] Bristol Classical Press. Año 1992.
[5] Cfr. Historia de la Filosofía Griega III. Ed. Gredos. Año
[6] Cfr. En general su obra Palabras e Ideas.Ed. Clásicas.Madrid. Año 1992.

lunes, 12 de mayo de 2008

SOBRE LO QUE VENIMOS VIENDO HASTA AHORA...

Transcripcion del Cap. I y parte del Cap. II del libro de Rodolfo Mondolfo – El Pensamiento Antiguo – Traducción de Segundo A. Tri. Ed. Losada. Bs. As. 1959.

CAPÍTULO I - PRESENTACIÓN DE LOS PROBLEMAS SEGÚN ARISTÓTELES.

1. Primera posición del problema: el devenir y el ser: el concepto de la naturaleza (principio primordial y sustancia universal) .
— La mayoría de los primeros filósofos, pensaron que los principios de todas las cosas se encuentran en la especie de la sustancia material, pues aquello de lo cual constan todos los seres, y de lo cual se engendran primeramente y en lo que finalmente se disuelven, quedando permanente la sustancia en el cambiar de sus modalidades, dicen que esto es el elemento y principio de los seres.
Eternidad de la sustancia. — Y concluyen que nada nace ni nada perece, porque subsiste siempre esta naturaleza. . . Pues es necesario que exista siempre una naturaleza semejante, sea única o sea múltiple, de la cual se engendran las otras cosas, conservándose ella misma.Determinación de los principios y de las sustancias. — En lo que respecta al número y a la especie de estos principios, no se hallan todos de acuerdo (aristóteles, Metafísica, I, 3).
[El concepto de naturaleza (physis) es, en el origen, el del principio generador de las cosas, en el cual se unifica después la multiplicidad de éstas. (Cfr. platón, Leyes, 982, c. 2: "Por naturaleza quieren significar el principio generador de las cosas primordiales". Y aristóteles, física, Π, 1: "Por lo cual algunos dicen que es el fuego, otros que es el agua, otros la tierra, otros el aire, otros que algunos de éstos, y otros, después, que todos éstos son la naturaleza de los seres". El problema de la relación entre el ser y el devenir corresponde, por eso, a una triple exigencia: de encontrar lo que engendra todas las cosas, lo que permanece en las variaciones y lo que unifica la multiplicidad. A esta triple exigencia respondía ya, en el pensamiento religioso y en las teogonías anteriores a! surgimiento de la filosofía, la concepción del principio divino (theíon), conteniendo en sí y engendrando de por sí, todo el universo. Los primeros naturalistas, como αναχιμaν-DRO, identifican explícitamente con este principio divino, la naturaleza (physis), principio de todas las cosas. Cierto es que ellos la conciben bajo la forma de realidad corpórea, pero no de materia inerte, como quisiera hacer parecer Aristóteles, en el pasaje que insertamos en el número siguiente. La naturaleza de los presocráticos es viva natura naturans y no materia muerta].

2. Pasaje al segundo problema: de la sustancia a la causa.
Pero, procediendo de esta manera, la realidad misma les trazó el camino y los obligó a realizar ulteriores investigaciones: ya sea que toda corrupción y toda generación derive de un único principio o de muchos, ¿por qué sucede esto y cuál es la causa? En efecto, no es el mismo substrato, seguramente, el que opera la propia transmutación, como por ejemplo, el leño y el bronce, no son, cada uno de ellos, la causa de las propias transformaciones, ni tampoco hacen, el uno el lecho y el otro la estatua; otra cosa es la causa del cambio. Ahora bien, buscar esta causa es buscar un segundo principio: aquél, como decimos nosotros, del cual proviene el principio del movimiento (aristóteles, Metafísica, I, 3).
[ARISTÓTELES presenta este pasaje del primero al segundo problema, como transición de los primeros filósofos a sus sucesores. En verdad, esta división cronológica no responde estrictamente a la realidad histórica, ya que desde Tales, veremos establecida, junto a la afirmación del movimiento, también la de una causa motora. Pero, al comienzo, esa causa es considerada intrínseca a la materia y no distinta de ella: se tiene una concepción de materia animada y viviente que, también por ello, es llamada principio divino. Es una concepción de natura naturans, que ha podido, pues, ser definida sea como hilozoísmo, sea como hilopsiquismo].

3. El tercer problema: de la causa al fin: la inteligencia.
— Pero, establecidos estos principios, que se mostraban insuficientes para resolver el problema de la generación de la naturaleza de los entes, los filósofos posteriores, constreñidos por la verdad misma, como hemos dicho, se dieron nuevamente a la tarea de investigar el principio ulterior. Pues, los entes están, en parte, y en parte llegan a venir dispuestos en buena y bella ordenación, y ni el fuego ni la tierra ni ningún otro de tales elementos puede ser ni podía parecer-les, probablemente, la causa, ni tampoco era posible confiar convenientemente en el azar o la fortuna. Así, quien dijo que también en la naturaleza hay una inteligencia, como en los animales, que es la causa de la ordenación y de la distribución, pareció un hombre despierto y de buen sentido en comparación con las divagaciones de los predecesores. (Aristóteles, Metafísica, I, 4).
[Este pasaje es generalmente interpretado en el sentido de que representa un limpie retorno, sobre el concepto ya expresado precedentemente (cfr. n. 2), para aclarar mejor que la sustancia material, de por sí sola, no basta para explicar el devenir cósmico. Pero, en verdad, los dos pasajes representan dos exigencias distintas: el primero pone de relieve la necesidad de señalar una causa de la generación y de la corrupción (es decir, la causa eficiente); el segundo, en cambio, aclara la necesidad de indicar la causa de la ordenación y de la distribución conveniente de las cosas (que no puede ser el azar o la fortuna), es decir, presenta un problema posterior: el de las dos causas, formal y final.
Aristóteles, entonces, delinea aquí un tercer momento del desarrollo lógico progresivo de los problemas. Pero él presenta la serie lógica como sucesión cronológica, haciendo aparecer el tercer problema únicamente con Anaxágoras, afirmador de la existencia de una inteligencia en la naturaleza. Y esta distribución cronológica no es históricamente exacta. Pues el problema de la ordenación y de la ley se presenta en el origen mismo del concepto de naturaleza:, que se afirma (cfr. anaximandro, heráclito, etc.), como totalidad gobernada por una ley de justicia, es decir, aplicando a la naturaleza el concepto de la ley jurídica, con todos sus elementos del fin y del imperativo y de la sanción para toda transgresión, de acuerdo a la medida del talión. Justamente por esta concepción de la naturaleza, el principio primordial ya es llamado, en Tales y en Anaximandro, lo divino, y considerado, al mismo tiempo, indistintamente, sustancia y fuerza, razón reguladora y finalidad formadora. Todos los problemas, pues, están implicados conjuntamente desde el comienzo. A la indistinción originaria, le sigue después una distinción entre sustancias materiales y principios espirituales; pero, ya antes de Anaxágoras, a quien Aristóteles le atribuye la introducción, ella se había delineado ya con Empédocles, que hacía intervenir el Amor y el Odio para actuar sobre los cuatro elementos materiales].


CAPÍTULO II - LOS JÓNICOS

[La escuela jónica, con la que se inicia en Grecia la investigación científica y filosófica, introduce en el mundo griego, con tales, elementos de la ciencia caldea (astronomía) y egipcia (geometría). Es llamada, también, escuela de Mileto, de la patria de tales, αναχiμανdrο, y anaxímenes, pero, a ejemplo de Gomperz, empleo aquí el nombre de jónicos, y reúno con aquellos, a ΗERACLITO de Éfeso (que es tratado aparte por otros, como sostenedor de una posición personal), en cuanto presenta el desenvolvimiento de los gérmenes de mayor importancia contenidos en las doctrinas de los tres milesios: el flujo universal y la movilidad de la sustancia eterna (tales) ; el ciclo de la generación y de la destrucción y el devenir como desenvolvimiento de los contrarios (anaximandro) ; la distinción de los dos caminos opuestos (anaxímenes), que en el doble ciclo de anaximandro aparecen como coincidentes en su misma oposición; el valor religioso de la unidad (ANAXINANDRO), considerada como lo divino o el dios por excelencia.
Debe advertirse que la división de los capítulos según las escuelas, no permite seguir, para los filósofos individuales, el orden cronológico, por lo cual, pues, me remito a la tabla cronológica inserta en el final del II volumen].I tales de mileto.[585 a. C.; no dejó escritos, y los que le fueron atribuidos, son falsificaciones posteriores. La fecha del florecimiento de Tales, ha sido establecida en base a la del eclipse solar que él había predicho, que, generalmente, se identifica con el del 28 de mayo del 585 a. C].

1. El agua, principio de las cosas.
— Tales, fundador de semejante género de filosofía, dice que es el agua (el principio de los seres) — y para ello demostraba que también la tierra estaba sobre el agua — quizá derivando esta concepción de observar que lo húmedo es la nutrición de todas las cosas, y que hasta el calor se engendra en él y vive: ahora bien, esto de lo cual se engendran todas las cosas, es precisamente, el principio de todas ellas. De estas consideraciones derivan, pues, semejantes concepciones, y del hecho de que la naturaleza de todas las semillas es húmeda, y de ser el agua, precisamente, en las cosas húmedas el principio de su naturaleza. Y hay quienes creen que los más antiguos (antiquísimos) que, mucho tiempo antes de la presente generación han tratado sobre los dioses, han pensado de la misma forma respecto a la naturaleza, porque han hecho del Océano y de Tetis, los padres de la generación. (Aristóteles, Metafísica, I, 3).
[Los más antiguos, a los que alude Aristóteles, son representados por Homero (Ilíada, XIV, 201: Océano, generación de los Dioses, y Tetis, madre) y por otros, autores de Teogonías, especialmente órficas. (Cfr. platón, Crátilo, 402 b: "Homero dice: Océano, generación de los Dioses y Tetis madre. Y creo que también Hesíodo. Y también Orfeo dice que Océano, el de las bellas ondas, fue el primero que introdujo las bodas, él que desposó a Tetis, su hermana, nacida de la misma madre". En la misma Ilíada (VII, 99), se dice: "pero nosotros no somos sino tierra y agua". Lo que demuestra que la búsqueda de la sustancia constitutiva de los seres es más antigua que Tales, aun fuera de la forma mítica. Ciertamente, la idea del agua como principio primordial, deriva de una vasta tradición mitológica, común a todas las teogonías o cosmogonías del Oriente antiguo, sumerio, caldeo, egipcio, hebreo, fenicio, egeo: todos representando el mito de un caos acuoso primordial, del que se habría engendrado e! cosmos. Y de estas tradiciones, el mito se trasmite a los griegos, desde Homero a Ferécides de Siro, contemporáneo de Tales. Aristóteles presenta y atribuye a Tales dos órdenes de consideraciones, que podrían llamarse una estática y la otra dinámica. Estítica: la de la tierra flotando sobre el agua, en la cual la sustancia es verdaderamente el sostén. Cfr. también, aristóteles, De coelo, II, 13: "Se dice que Tales haya afirmado que la tierra se mantiene porque flota como un leño o algo similar (ya que ninguno de éstos se halla adecuado para mantenerse sobre el aire, sino, ciertamente, sobre el agua)". Este argumento, al que Aristóteles objeta que también el agua, a su vez, necesita de un sostén — según Simplicio (De coelo, 522, 14) — se habría tomado de un mito egipcio.
El otro argumento (dinámico) de la generación y nutrición de las cosas por el agua, es dado como probable por aristóteles: está relacionado con un tercer argumento, referido en el pasaje siguiente, que se anticipa a la observación de heráclito sobre el flujo universal de las cosas. También aristóteles, Meteorología, I, 9, asimila el mito del gran río Océano, corriendo alrededor de la tierra, con el ciclo de la evaporación de las aguas, que salen como vapores y vuelven a caer como lluvia. "Se lo debe pensar como un río que corre en círculo, hacia arriba y hacia abajo. . . Y esto suele suceder ininterrumpidamente, de acuerdo a un orden fijado previamente; de modo que los antiguos, bajo el velo del mito del Océano, querían significar, probablemente, que corre este río en círculo alrededor de la tierra"].

2. El flujo universal.
— Para Tales, todas las cosas son arrastradas como en flujo, según la naturaleza del primer principio de su generación (Philosophumena, I, 1).

3. La causa motora: el alma.
— Lo húmedo elemental está penetrado de la potencia divina que lo pone en movimiento. (Aecio, I).
Parece que también Tales se cuenta entre aquellos que, según se dice, han supuesto el alma como algo móvil, si dice que la piedra (magnética) tiene un alma porque mueve el hierro. (aristóteles, de ánima, I, 2).
Y algunos dicen que el alma se halla mezclada en el universo, de suerte que también Tales, quizá, cree que todo se halla lleno de dioses. (aristóteles, De anima, I, 5).


II. Anaximandro de mileto.
[Nacido en 610-9, muerto en 547-6 a. de C: escribió una obra En torno a la naturaleza, de la que sólo disponemos de un fragmento citado por simplicio y de algunas frases recordadas por Aristóteles],

1. El infinito (ápeiron).

— Anaximandro de Mileto, sucesor y discípulo de Tales, dice que el principio y elemento primordial de los seres es el infinito, siendo el primero que introdujo este nombre de "principio" (arché). Afirma que éste no es el agua ni ninguno de los otros que se llaman elementos, sino otro principio generador (naturaleza) infinito, del cual nacen todos los cielos y los universos contenidos en ellos. (simplicio, Física, 24, 13).
También aristóteles (De coelo, III, 5): "más liviano que el agua más denso que el aire, que dice que, siendo infinito, circunda todos los cielos". Y en la Física, III, 5: "hay algunos que lo hacen infinito, pero no aire o agua, para evitar que las otras cosas sean destruidas por su infinitud: ya que tienen una oposición reciproca (por ejemplo, el aire es frío, el agua húmeda, el fuego caliente), y si una de ellas fuera infinita, sin más ni más las otras serían anuladas; ahora bien, ellos dicen que aquello de lo cual derivan estas cosas, es algo diverso".

2. La infinitud en el tiempo (eternidad) y divinidad de lo infinito: unidad de sustancia y causa.

— No hay un principio primordial de lo infinito: pues sería un límite. Como principio, es inengendrado e indestructible; pues, lo que es engendrado, es necesario que tenga un fin, y hay un término para cada destrucción. Por ello, como decirnos, no parece que de esto haya principio, sino, por el contrario, que esto es el principio de las otras cosas y las contiene y rige a todas, como dicen todos los que no suponen otras causas (tales como la inteligencia y la amistad), fuera del infinito. Y piensan que éste es lo divino: inmortal e indestructible, como dicen Anaximandro y la mayor parte de los naturalistas. (aristóteles, Física, III, 4).
[En este pasaje de Aristóteles, parece que se hallan insertas dos frases extraídas del texto de la obra de ANAXIMANDRO (En torno a la naturaleza). Con la referencia en torno a la inteligencia y a la amistad, aristóteles quiere distinguirlo de anaxágoras y de Empedocles].

3. La generación de los seres como separación de los contrarios.

— Él no hace consistir la generación en un transformarse de la sustancia elemental, sino en el separarse de los contrarios por obra del movimiento eterno. (simplicio, Física, 24, 13).Anaximandro dice que los contrarios inherentes a la sustancia, que es un cuerpo infinito, se separan, llamando él, por primera vez, a la sustancia con el nombre de principio. Y los contrarios son: calor y frío, seco y húmedo y otros semejantes. (simplicio, Física, 150, 20, D).
[El movimiento que da lugar a la separación de los contrarios, es un movimiento rotatorio o de torbellino, que — quizá por efecto de las tempestades, que ya Hesíodo suponía que agitaban el caos originario — surge aquí y allá, en múltiples puntos del infinito primordial, como surgen los torbellinos o trombas de aire en los temporales, arrastrando los cuerpos más densos y pesados a su centro, y los más livianos a su periferia].

4. El eterno ciclo de generación y de disolución de los seres: la ley eterna de justicia inmanente en la naturaleza.

— Ahí, de donde deriva la generación de los seres, también se cumple su disolución, de acuerdo a una ley necesaria, pues ellos deben (así dice en su lenguaje poético) expiar recíprocamente la culpa y la pena de la injusticia en el orden del tiempo. (simplicio, física, 24, 13).
[Créese que todo este pasaje sea una referencia textual de las palabras de anaximandro. La injusticia reciproca de los seres, por la cual deben pagar la pena con la disolución, consiste ya sea en su generación misma, que es un desprendimiento del seno del ser infinito por medio de separación de opuestos (caliente, frío; seco, húmedo; etc.), sea en la lucha sucesiva a esta escisión de los contrarios, en la cual cada uno trata de superar al otro. A la injusticia debe seguirle la expiación según el concepto de ley moral y jurídica, que Solón ya aplicaba a la sociedad humana, con el tiempo como juez inflexible, que castiga a los culpables en su persona o en la de sus descendientes. Se tiene así una concepción de legalidad universal, que constituye la metafísica de Anaximandro: la noción de comunidad jurídica, extraída de la experiencia social humana y proyectada en el cosmos, hace inmanente a este, una ley y un orden.
El mundo de lo humano, de la cultura, da los conceptos fundamentales para la interpretación del mundo de la naturaleza; y lo divino, principio primordial, resulta no solamente principio material y fuerza generadora de todas las cosas, sino también razón ordenadora y reguladora del cosmos. Los problemas de la sustancia, de la causa, del fin y del orden, cuyo surgimiento lo presenta Aristóteles como progresión de tres fases sucesivas (cfr. Metafísica, I, 3-4, ya citada), Μ hallan, en cambio, englobados todos juntos desde las primeras concepciones del naturalismo jónico].

5. La infinite sucesión de los mundos; infinita surgente de infinita generación.

— Anaximandro dice que el principio de los seres es el infinito, porque de él proviene todo, y todo se disuelve en él. También por ello, se engendran mundos infinitos y de nuevo se disgregan por disolución en el principio del cual nacen. Después, da la razón por la cual es ilimitado, y es que la generación productora no debe faltar en nada. (Αeciο, I, 3, 3).
[Para el concepto de la infinitud de los mundos, simplicio coloca a anaximandro junto a los atomistas: "Aquellos que admiten mundos infinitos, como Anaximandro, Leucipo, Demócrito y más tarde Epicuro, sostenían que nacen y perecen en número infinito, tomando existencia algunos y disolviéndose otros sin reposo". (Física, 1121, 5), Este y otros testimonios, demostrarían que el número infinito de los mundos, no sólo estaba «firmado en la sucesión, como quieren Zeller y otros, sino también en la coexistencia, como sostienen Burnet y otros].

6. La formación de nuestro mundo: las esferas.

— Dice que, en el nacimiento de este mundo, se separó, del principio eterno, el principio generador del calor y del frío, y se formó una esfera de llamas alrededor del aire que circunda la tierra, como crece la corteza alrededor del árbol. Cuando aquélla se rompió y se encerró en ciertos círculos, el sol, la luna y las estrellas nacieron a la existencia. (PSEUDO plutarco, Stromata, 2).
[En el movimiento rotatorio del torbellino, que arroja el fuego a la periferia, partes de ese fuego son arrancadas de la masa y aprisionadas en ruedas de aire, y a través de los orificios de estas ruedas giratorias, toman la apariencia, para nosotros, de astros (sol, luna, estrellas) en movimiento rotatorio. De esta manera, con Anaximandro, el concepto de las ruedas celestes, anticipa y prepara el de las esferas celestes, en las que la astronomía posterior, supone los astros engarzados, como piedras en anillos].

7. La tierra en el centro, sostenida por equilibrio de fuerzas.

— (Ύ dice) que la tierra se mantiene equilibrada, sin estar sostenida por nada, permaneciendo en reposo, a causa de la distancia equidistante en que se halla de todas las partes (hipólito, Philosophumena, I, 6).Hay quienes afirman que se mantiene en reposo por razón de igualdad, como Anaximandro entre los antiguos. En efecto (afirman) , lo que se halla colocado en el centro y queda a igual distancia de los extremos, no está estimulado a moverse más bien hacia lo alto que hacia lo bajo o hacia los lados, y es imposible que cumpla al mismo tiempo, un movimiento en direcciones contrarias; de manera que, necesariamente, se halla en reposo. (Aristóteles, De coelo, Π, 295).
[Esta concepción en la cual desaparece la necesidad de representarse un sostén material para la tierra en inmediato contacto con ella (sea el agua, el aire o alguna otra cosa), y aparece la capacidad de representarse las acciones a distancia (atracción), es notabilísima. La inmovilidad de la tierra sin necesidad de apoyo, es derivada de la falta de predominio de alguna de entre las fuerzas atractivas. Este concepto (que también rechazó aristóteles por su carácter de concepción mecánica) es todavía un concepto de equilibrio de fuerzas, que se neutralizan recíprocamente; no es, como le parece a Gomperz y a otros, el principio de inercia (tendencia de los cuerpos a perseverar en el estado de reposo o de movimiento si no interviene una acción exterior para cambiarlo) ].

8. La conformación de las especies animales en relación a las posibilidades de supervivencia.

— También dice que en el origen, el hombre nació de los animales de otra especie, porque, mientras los demás animales saben nutrirse por sí mismos de inmediato, sólo el hombre tiene necesidad de un largo período de lactancia; por esa misma causa, también, en su origen no hubiese podido sobrevivir, si hubiese sido tal como es ahora. (SEUDO plutarco, Stromata, 2).Explica que los hombres al comienzo, nacieron en el interior de los peces y después de haber sido nutridos como los escualos, y haberse convertido en capaces de protegerse, fueron finalmente arrojados y tocaron tierra. (plutarco, quaest. conviv., 730).
[En esta manera ingenua y grosera, aparece en Anaximandro un concepto que será de capital importancia en la moderna teoría de la evolución: el de la relación entre la conformación orgánica y la posibilidad de supervivencia de la especie. Falta en Anaximandro el concepto de los cambios lentos y progresivos para la adaptación a las condiciones de vida.]


III. Anaxímenes de mileto.

[N. 585-4 a. C., fall. 528-4: escribió: En torno a la naturaleza].

1. El aire infinito, principio de las cosas.
— Anaxímenes de Mileto, hijo de Euristrato, que había sido discípulo de Anaximandro, dice también, como aquél, que el principio primordial subyacente y único es infinito; pero no lo afirma indeterminado, como él, sino determinado, manifestando que es el aire. (teofrasto en simplicio, Física, 24, 26).

2. Sostén e involucro.
— De la misma manera, decía, en que nos sostiene nuestra alma, que es aire, así el soplo y el aire circundan el mundo entero. (Aecio, I, 3, 4).
[Este es un fragmento textual, extraído de la obra de Anaxímenes].

3. Generador de todos los seres.
— De él (aire infinito) decía que habían nacido las cosas que existen, las que fueron y las que serán, y los dioses y las cosas divinas, mientras que las otras restantes, provienen de la descendencia de él. (hipólito, Refutat., I, 7).

4. La perceptibilidad de la diferenciación.
— Y la forma del aire es la siguiente: cuando es muy igual, es invisible a la mirada; pero, se hace visible con el frío y con el calor, con lo húmedo y el movimiento. (hipólito, loc. cit.).

5. El movimiento eterno y el cambio.
— Está siempre en movimiento, pues si no lo estuviese, no presentaría tantos cambios cuantos presenta. (hipólito, loc. cit.).(Así) él también afirma la eternidad del movimiento, como causa del engendrarse de los cambios, también. (TEOFRASTO, loc cit.),

6. El doble proceso de transformación.
— (El aire) se diferencia en distintas sustancias, en virtud de la rarefacción y de la condensación. Por la rarefacción se convierte en fuego; en cambio, condensándose, se transforma en viento, después en nube, y aún más (condensado) en agua, en tierra más tarde, y de ahí, por último, en piedra. (teofrasto, loc. cit.).

7. Frío y calor por rarefacción y condensación.
— De acuerdo a lo que creía el antiguo Anaxímenes, no debemos suponer al frío y al calor como existentes en la sustancia, sino como afecciones comunes de la materia, superpuestas a los cambios. Dice que la parte restringida y condensada de ella es fría, y caliente la parte dilatada y relajada (llamándola así, en cierto modo, con su término). (plutarco, De prim. frig., c, 7).
[Agrega Plutarco que anaxímenes observaba que "no es por error que se afirma que también el hombre emite de la boca el calor y el frío, ya que el aliento, comprimido y condensado por los labios, se enfría, mientras que, al salir por la boca abierta, por rarefacción se transforma en caliente].


IV. Heráclito de éfeso ("el oscuro").

[Floreció en 504-500 a. C. También él escribió un libro De la naturaleza, del que poseemos muchos fragmentos, referidos por autores posteriores].

I. La antítesis de experiencia y razón.
a) El dato de la experiencia: el flujo incesante de las cosas y del sujeto cognoscente.
— No es posible descender dos veces al mismo río, tocar dos veces una sustancia mortal en el mismo estado, sino que por el ímpetu y la velocidad de los cambios (se) dispersa y nuevamente se reúne, y viene y desaparece (frag. 91). A quien desciende a los mismos ríos, le alcanzan continuamente nuevas y nuevas aguas (frag. 12).
Descendemos y no descendemos a un mismo río; nosotros mismos somos y no somos (frag. 49).
[Toda la savia de la filosofía de heráclito (panta rhei) se hace consistir comúnmente, en este principio del flujo universal de los seres. Pero con ello (notaban ya platón y aristóteles), el conocimiento deviene imposible, no pudiendo establecerse relación alguna entre dos términos — el objeto y el sujeto — ambos en constante cambio. El discípulo de heráclíto "Cratilo, concluyó por creer que ni siquiera se debe hablar; y se limitaba a hacer señales con el dedo, y criticaba a Heráclito por haber dicho que no es posible sumergirse dos veces en el mismo río: a su parecer no es posible ni siquiera una vez". (aristóteles, Metafísica, IV, 5, 1010a). Sólo que, el flujo universal, es únicamente el primer momento de 1a especulación de Heráclito: es el dado por la experiencia, al cual él opone la exigencia de la razón y la necesidad religiosa de la unidad permanente; necesidad que Heráclito cree que se satisface únicamente por vía distinta a la experiencia sensible, o sea por el camino de la fe y de la autoconciencia. Ellas permiten descubrir la Razón eterna (Logos), inmanente en el hombre y en las cosas, armonía oculta e identidad de los contrarios, en la que, por ello, también entra y es explicado el flujo universal de los seres. Así, en esta explicación, la antítesis inicial de experiencia y de razón se elimina, conciliándose la oposición con la identidad, lo múltiple con la unidad, el cambio con la permanencia. Son, pues, tres momentos de un desenvolvimiento continuo, que tiene que ser aprehendido en su nexo íntimo: la experiencia del flujo, la exigencia racional de la permanencia, el reconocimiento de su identidad recíproca].

b) La exigencia de la razón: la noción de lo Uno divino.
— No hay sino una sola sabiduría: conocer la Inteligencia (el pensamiento) que gobierna todo penetrando en todo (frag. 41).La ley y la sentencia es de seguir lo Uno (frag. 33).

II. El camino de la conciliación de la antítesis.

a) Valor y dificultad del conocimiento.
— El pensar es la virtud más grande; decir la verdad y obrar de acuerdo a la naturaleza comprendiéndola, es sabiduría (frag. 112). De todos aquellos cuya palabra escuché, ninguno llegó a conocer que la sabiduría es una cosa separada de todas las demás (108).Los que buscan oro, cavan mucho y encuentran poco (22). Quizá nunca logres hallar los límites del alma, cualquiera sea el camino que recorras: tan profunda es su razón (frag. 45).

b) La condición del verdadero conocimiento: la fe.
— Si no esperas, no hallarás lo inesperado, que es inalcanzable e inaccesible (frag. 18).El conocimiento no se alcanza por falta de fe (frag. 86).

c) El camino de la sabiduría: conócete a ti mismo.
— A todos los hombres les es posible conocerse a sí mismos y ser sabios (frag. 116).Yo me he buscado a mi mismo (101).Propio del alma es la razón, que se acrecienta a si misma (115). La educación es otro sol para los educandos (frag. 134, de incierta autenticidad).

d) El descubrimiento de la Razón divina inmanente.
— Quien habla con inteligencia debe apoyarse sobre lo que es común a todos, como una ciudad sobre la ley, y mucho más firmemente aún. Porque todas las leyes humanas están nutridas de la única ley divina, que domina todo lo que quiere, basta a todos y triunfa (frag. 114).Por ello conviene que se siga la universal (Razón), es decir, la (razón) común: ya que lo universal es lo común. Pero mientras esta Razón es universal, la mayoría vive como si tuviesen una inteligencia absolutamente personal (frag. 2).De esta Razón, que sin embargo es eterna, los hombres no tienen conciencia, ya sea antes de haberla escuchado, ya sea habiéndola oído por primera vez: pues a pesar de que todas las cosas suceden de acuerdo a esta Razón, ellos parecen inexpertos, a pesar de experimentar palabras y actos, tales como yo los expongo, distinguiendo toda cosa según la naturaleza y diciendo como es. Todos los hombres restantes permanecen sin saber todo lo que hacen mientras se hallan despiertos, como se olvidan lo que hacen durmiendo (frag. 1).(Cfr. también el frag. 36:) "aquellos que no entienden habiendo oído, se asemejan a los insensatos (kofoisin = también sordos o ciegos) ; a éstos se aplica la expresión: presentes, están ausentes".

III. La enseñanza de la Razón:

a) la identidad de lo Uno eterno (fuego) y del devenir universal.
— Escuchando a la Razón, y no a mí, es sabio reconocer que lo Uno es todas las cosas (frag. 50).Este mundo, el mismo para todos los seres, no lo ha creado ninguno de los dioses o de los hombres, sino que siempre fue, es y será fuego eternamente vivo, que se enciende con medida y se apaga con medida (frag. 30).Todas las cosas se permutan con el fuego y el fuego con todas, como los objetos con el oro y el oro con los objetos (frag. 90).
[Esta permuta, de las cosas con el fuego, no es concebida por Heráclito, solamente como continua alternación de las cosas singulares, sino también como periódico suceso universal, por aquella concepción de los ciclos cósmicos que el pensamiento griego había derivado de la astronomía caldeo-babilónica. Esto aparece en un fragmento de Heráclito, que alude a la conflagración universal: "Y sobreviniendo el fuego, juzgará y condenará todas las cosas" (frag. 66), Esta conflagración que hipólito (Philosophum. IX, 10), al citar el fragmento, dice que está concebida como un juicio universal, corresponde al concepto de una ley universal de justicia y de expiación, que ya hemos visto en Anaximandro, y que acerca a heráclito a la religión de los misterios, como lo confirmarán, más adelante, otros fragmentos.]

b) La realidad del ser como despliegue de opuestos y armonía de contrarios.
El ser, siempre en lucha y siempre en armonía (Platón — refiriéndose a Heráclito — en Sofista
242, E). Conexiones: lo completo y lo incompleto, lo acorde y lo discorde, lo armónico y ¡o disonante: y de todos lo uno, y de lo uno todos (frag. 10).
Todo lo que es contrario se concilia y de las cosas más diferentes nace la más bella armonía, y todo se engendra por vía de contraste (frag. 8).Mejor es la armonía oculta que la aparente. (54).
Ellos no comprenden cómo conspira consigo mismo lo que es diferente: armonía por tensiones opuestas, como del arco y de la lira (51).
El Dios es día-noche, invierno-verano, guerra-paz, saciedad-hambre (frag. 67). Es necesario saber que la guerra es común, y la justicia contraste, y que todas las cosas se engendran y llegan a faltar por la vía del contraste (80).
La guerra es madre y reina de todas las cosas (53).

c) El reciproco condicionarse de los opuestos.
— Sólo la enfermedad hace dulce la salud; el mal el bien; el hambre la saciedad; la fatiga el reposo (frag. 111).
Si no existiese ésta (la ofensa) no se conocería ni tan siquiera el nombre de la justicia (23).

d) La permuta y la identidad de los contrarios.
— Las cosas frías se calientan; lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo árido se humedece (frag. 126).
En nosotros, es una misma cosa el vivo y el muerto, el despierto y el dormido, el joven y el anciano, puesto que estas cosas, cambiándose, se convierten en aquéllas, y aquéllas, a su vez, permutándose, son éstas (88).En la periferia de un círculo, el principio y el fin son comunes (103).
En el tornillo del apretador, el camino recto y el curvo son uno y el mismo (59).
Uno y mismo el camino hacia arriba y hacia abajo (frag. 60).
El mar es el agua más pura y la más impura; potable y saludable para los peces; funesta a los hombres, que no la pueden beber (frag 61).
[En este último fragmento, la identidad de los contrarios es derivada de la relatividad].

El alma.
— Para las almas (fuego) el convertirse en agua es la muerte; para el agua es la muerte transformarse en tierra, pero de la tierra se produce el agua, y del agua el alma (frag. 36).
Nosotros vivimos la muerte de aquéllas (almas) y ellas viven nuestra muerte (77).
Inmortales mortales, mortales inmortales, viviendo la muerte de aquellos, muriendo la vida de éstos. (62).
A los hombres, después de la muerte, les esperan tales cosas, que no se imaginan ni sospechan (frag. 27).
[Estos fragmentos exigen alguna aclaración. La primera se refiere la transmutación reciproca de las sustancias, considerando las almas (elemento divino) idénticas al fuego. Pero al ingresar al cuerpo (húmedo), el alma (fuego), sufre un periodo de muerte, del cual resurge con la muerte del cuerpo, liberándose del elemento húmedo. Esto dice el segundo fragmento, y por eso el tercero considera a los inmortales (almas) mortales, y a los mortales (hombres) inmortales, porque en ellos está el alma imperecedera: y los contrapone, porque la muerte de los unos es la vida de los otros, y viceversa. Y así, el último fragmento, preanuncia a los hombres la eternidad después de la muerte. Ciertamente, aquí se halla el reflejo de creencias derivadas de los misterios órficos].

Moral y política.
— Si la felicidad residiese en los placeres del cuerpo, llamaríamos felices a los bueyes cuando hallan arvejas para comer (frag. 4).
La guerra es la madre y la reina de todas las cosas, y ella destinó a unos para ser Dioses; a los otros, hombres; hizo a los unos libres y esclavos a los otros (53).
Y es ley que se obedezca a la voluntad de uno sólo (frag. 33).

sábado, 10 de mayo de 2008

Resumen Jonathan Barnes

Ya que los textos de Monic Canto ( Introducción de J. Barnes) que dejamos en fotocopiadora están incompletos (le faltan hojas), les dejo un resumen del mismo para que puedan hacer el practico. En la semana dejaremos las hojas que faltan en la fotocopiadora.

Los pensadores preplatónicos
Jonathan Barnes


La Filosofìa Griega nació en Mileto, Asia Menor, en el Siglo VI a.C.
Existían influencias y relaciones de aprendizaje entre los pensadores, se constituye así una tradición filosófica, la primera fase se conoce como PENSADORES PRESOCRÁTICOS, se divide en tres periodos:
1) Periodo innovador: se proponen tesis brillantes y audaces, no siempre sometidas a crítica sobria;
2) Periodo de puesta a prueba: las aspiraciones audaces se encuentran amenazadas por un enemigo penetrante y afecto a la pura razón;
3) Periodo de consolidación: los pensadores, sensibles a la fecundidad de las hipótesis y al poder de la razón probaron edificar sistemas de pensamiento apoyados en la imaginación y la experiencia.

Pensadores presocráticos = physikoi: han estudiado la naturaleza, la physis. Desconocían la distinción entre ciencia y filosofía. Buscaban describir y explicar el mundo natural. Comprenden investigaciones como la astronomía, meteorología, mineralogía, botánica, zoología y antropología (explicación de los aspectos sociales, culturales y políticos de la vida humana). También estudian problemas generales muy filosóficos, como la explicación del comienzo del universo y su desarrollo, su constitución fundamental, elementos y principios.
F°S Presocráticos estudian la naturaleza por sí misma, afrontan el estudio de la naturaleza a través del un método que se convertiría en el método de la filosofía y la ciencia.
Aristóteles = heredero de los physikoi presocráticos.

1) Los presocráticos descubrieron la idea misma de la ciencia y de la filosofía. Consideraron al universo y la naturaleza de una manera racional, como un todo ordenado y sistematizado cuya historia podía describirse y explicarse y cuyas partes constitutivas podían estar comprendidas en teorías sintéticas y sometidas a ellas.
El universo no s caos: bajo la pluralidad y capricho aparente de su estructura se oculta una unidad fundamental. Además, la unidad de su estructura y su regularidad no se explican por medio de una voluntad divina: los physikoi no negaron la existencia de dioses pero los transformaron, las funciones de las divinidades se naturalizaron concebidas como acontecimientos internos de la naturaleza y no como intervenciones externas de una fuerza divina. Para los physikoi fue necesario explicar la historia y organización del mundo según principios internos, naturales (la unidad ya no era realizada y mantenida por los dioses como en el mito).
Al ser la naturaleza una totalidad que manifiesta los caracteres de un sistema, sus principios deben estar organizados de manera sistemática e integrada.
Se buscan los principios más económicos posibles. La naturaleza se nos muestra en toda su pluralidad, pero sus elementos son poco numerosos; más allá de la multiplicidad de acontecimientos se hallan un pequeño número de principios de movimiento y de modalidades de transformación.
Explicaciones internas, sistemáticas y económicas.
2) Presocráticos crearon conceptos claves: concepto de universo (kosmos), concepto de naturaleza (physis), concepto de principio (arkhé) y el concepto de razón (lógos).

. Concepto de KOSMOS: todo lo que existe. Kosmos: ordenar, clasificar y también ornamento, decoración; el universo debe ser una estructura ordenada (y como tal, explicable) y decorada (elegante). Por tanto kosmos incluye un aspecto racional y uno estético.

. Concepto de PHYSIS: opuesto a techné, los objetos naturales no son artificiales o creados. Los objetos naturales “impulsan”, son en sí mismos un principio de desarrollo o movimiento (verbo phyein impulsar). Se distingue la physis en general, y la physis de una cosa particular; en este sentido, la physis de X se identifica con la esencia e X, con sus rasgos centrales de los que dependen todas sus propiedades.
La tarea de la ciencia consiste en penetrar el corazón de las cosas, descubrir el mecanismo mediante el que funcionan, descubrir su naturaleza.

. Concepto de ARKHE: ya que la physis es la constitución interna de las cosas, esta se presenta como un PRINCIPIO (arché – comienzo y gobierno). Los physikoi procuraron saber cómo comenzó el universo mismo, se interrogan sobre la arché del mundo. Pero además el arché influye en el porvenir del mundo, determina su desarrollo; es el elemento que determina y gobierna. Arché marca el comienzo y también la finalidad a la que sirve de explicación.

. Concepto de LOGOS: del verbo legein – hablar. Lógos = lo que se dice, un enunciado; en este sentido el Lógos de un filosofo se identifica con su teoría. Además, en la medida en que se habla de una cosa, existen logoi de una cosa: un Lógos equivale a una descripción explicativa. También, si se explica algo se ejercita la razón, así Lógos puede aplicarse a la facultad gracias a la cual hablamos y explicamos: la razón.

3) Los physikoi fueron los arciprestes del templo de la razón. No se conformaron con haber inventado una hipótesis o formulado una teoría, siempre querían defenderla con argumentos.
Casi todos los argumentos de los physikoi son malos: la conclusión o las premisas no son verdaderas, o son tan confusas que no puede siquiera llegar a determinarse su verdad o falsedad. Pero los physikoi no eran dogmáticos. El sistema del mundo debía reflejarse en el sistema del pensamiento: si el mundo se organiza y se explica por las leyes de la naturaleza, la filosofía y la ciencia deben estar reguladas y estructuradas por medio de las leyes del pensamiento. El hecho de ser racional es la característica más notable de los physikoi.